Presumiblemente todos hemos recibido ese mensaje de agradecimiento del reelecto rector, articulado sobre tres presupuestos (que no certezas), que merecen ser contestados.
Nos dice que ha sido reelegido como rector, y efectivamente así es conforme a la lógica aritmética que marca el procedimiento electoral con las ponderaciones asignadas a cada voto según el estamento de pertenencia; si bien ha sido una victoria pírrica como denota los escasos seis puntos porcentuales de diferencia respecto al otro candidato.
Esa victoria, presupone a continuación, confirma el apoyo de los electores a la gestión realizada y al proyecto de continuidad formulado en su campaña. Creemos que no es así.
Un análisis pormenorizado de los resultados electorales indica que en números absolutos ( sin ponderación), es decir, dándole el mismo valor a todos los votos emitidos, la mayoría de los votantes han preferido al candidato oponente, a un nuevo proyecto, lo que significa que no cuenta con la aprobación mayoritaria de la gestión realizada en su anterior mandato ni con el apoyo a su proyecto por parte de aquellas personas que preocupadas por el futuro de ULL acudieron a la convocatoria electoral. Además, visto por estamentos o sectores, si bien ha obtenido un apoyo mayoritario de sus pares (PDI), no lo tiene de manera muy significativa entre el PAS y los Estudiantes.
Por otro lado, en virtud del pronunciamiento que han hecho los electores, se considera capaz de articular la necesaria cohesión y unidad institucional para desarrollar y llevar a término su proyecto de gobierno. No creemos que eso sea posible a la luz de los resultados electorales. La cohesión y unidad institucional deseadas es una presunción que requiere otras mayorías de las que carece en este momento según ya hemos comentado (los datos numéricos tienen la virtud o el defecto, según se mire, de la tozudez); si bien está en su mano el ir conformando en el futuro esa unidad en base a modificaciones sustanciales de su proyecto y de su estilo y formas de gobierno, de manera que nos convenza si no a todos, sí a las mayorías de los distintos estamentos y sectores. Desde luego no lo conseguirá haciendo alusiones de 'rebeldía republicana' (¿?) a modo de ridícula estrategia psicosociológica de manipulación de actitudes.
Y por último, se nos declara como creyente demócrata y practicante, en un intento, nos parece, de conjurar esa imagen de todo lo contrario que le fue puesto de manifiesto por sus oponentes a lo largo de toda la campaña electoral hasta convertirlo en el argumento-estrella.
No creemos en conjuros ni en declaraciones de principios de esa índole; hay que demostrar que se es demócrata en la práctica diaria, anteponiendo la reflexión colectiva a la acción intempestiva, promoviendo la gestión participativa, atendiendo y respetando la opinión de todos... Y en esto tiene un largo camino que recorrer para ir deshaciendo la experiencia legada de estos últimos cuatro años.
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