La
Universidad de La Laguna, o mejor dicho, el equipo de gobierno de la misma,
siguiendo la tendencia que se ha instalado en el resto de las administraciones,
se esmera de manera eficiente (que no eficaz) en la elaboración de políticas económico-gestuales.
Eso y no otra cosa, son las medidas planteadas desde la gerencia para el ahorro
en el gasto corriente de la gestión universitaria. Políticas de gestos,
políticas inoperantes que no van en esencia a la solución de los problemas y
que tienen un marcado tufo de maquillaje publicitario pero que, a la par, normalmente
acarrean consecuencias y perjuicios nefastos para los trabajadores y para el
mantenimiento de sus cada día más precarias condiciones de trabajo. En un par
de años hemos pasado del despilfarro absurdo y atolondrado al intento de
aplicación de la austeridad como máxima superior. No vamos a ser nosotros, los
que justifiquemos el despilfarro absurdo
de los últimos años y tampoco seremos los que justifiquemos las políticas de
austeridad a cualquier precio. Los que somos asalariados (y no con grandes
salarios, todo sea dicho de paso) no tenemos ni tendencia, ni recursos para
despilfarrar y sí por el contrario convivimos cotidianamente con la austeridad.
De
manera retorcida la ULL ha metido dentro del mismo paquete, el gasto corriente
en luz, agua, papel, el teléfono y nuestras vacaciones, ¿qué importancia tiene
seguir insistiendo en quitar derechos al personal laboral, aunque lo tenga
recogido en su convenio? ¿Para que están
los convenios? Pues seguramente, pensarán, para hacer lo mismo que el gobierno
canario (al que tanto critican y denuncian) ha hecho con el contrato programa
INCUMPLIRLO.
El
cierre total de la universidad en los periodos vacacionales y de permisos tan
solo supone un ahorro residual, centrado
en apretar a las compañías que prestan los servicios de seguridad y de limpieza
abaratando el montante de su contrato, y que a bien seguro supondrá el despido
o, como mal menor, el empeoramiento de las condiciones de los trabajadores de
estas empresas.
De paso,
habrán pensado, aprovechamos y nos cargamos el derecho de los trabajadores de
la ULL a elegir el momento para disfrutar
sus vacaciones. Sabemos que esta medida sumada al recorte de días de
permiso, aumento de la jornada y una amplia ristra de mermas en los derechos
laborales, no tienen ninguna repercusión en asuntos económicos, pero nos
colocarían a la cabeza de la modernidad. Pues dicho y hecho y además, como guinda de
una amarga tarta que nos quieren hacer tragar y en un alarde de ingenio
creativo se han sacado de la manga la “negociación
retroactiva” y lo que se “negocia” para el año próximo ya se puede aplicar
en éste. Es decir, a nuestro juicio, llegar a acuerdos con el equipo de
gobierno de la ULL tiene tanto valor como la de creerse las promesas
electorales de Mariano Rajoy, o como dice el dicho popular “es como el que tiene tos y se rasca el….
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