miércoles, 13 de agosto de 2014

Los sindicatos en tiempos neoliberales

Los sindicatos en tiempos neoliberales.
Joan Coscubiela
Diputado en el Congreso por el grupo La Izquierda Plural.


 ¿Cuál es la misión del sindicalismo hoy?
¿Es el sindicalismo una organización para los trabajadores o de trabajadores?
¿Cómo organizar a colectivos, cada vez más amplios que no tienen vínculo permanente con una empresa, que es el hábitat natural del sindicalismo?
¿Cómo generar conciencia y prácticas de cooperación entre colectivos de trabajadores en un modelo productivo que tiende a la descentralización y a la competencia entre trabajadores?
¿Cómo dar respuesta a la estrategia del capitalismo financiero global? resumida en la frase “repartiros el salario y los derechos entre vosotros, que los beneficios del capital no se tocan y de redistribuirlos fiscalmente, ni hablar
¿De dónde nace la legitimidad del sindicalismo” ¿Y cómo se mide esta legitimidad?
¿Debe el sindicalismo asumir funciones que vayan más allá de los intereses de sus afiliados? ¿Y si es así, cuales, en qué condiciones?
¿Las funciones del sindicalismo se limitan a la mejora de las condiciones de trabajo o abarcan otros aspectos sociales?
¿Qué relación debe tener el sindicalismo con otras formas de organización social de los trabajadores fuera del lugar de trabajo?
¿Qué puede aprender o desaprender el sindicalismo de esas formas de organización social?
¿Debe el sindicalismo asumir las funciones de representación política del conflicto social? ¿Y si es así con que límites?
¿Es viable un sindicalismo propio del Estado Nación en el marco de una economía globalizada?
¿Cuál es el papel de la comunicación en el funcionamiento del sindicalismo, en su legitimidad social?
¿Es hoy el sindicalismo un instrumento útil para la lucha social y para el objetivo de la igualdad? ¿Y cómo se mesura?
Las preguntas son inacabables y este espacio se queda pequeño, pero aunque pueda parecerlo no son preguntas teóricas. Se las plantean cada día, consciente o inconscientemente, decenas de miles de hombres y mujeres sindicalistas. Y responden como siempre con la práctica, no exenta de muchas contradicciones y callejones sin salida, también de notables éxitos, no siempre reconocidos, ni tan siquiera por sus protagonistas.
Ninguna de estas preguntas tiene respuesta fácil ni única. Lo que si sería deseable es que no respondiéramos a ellas con una cosa y su contrario a la vez.
Para explicarme, nada mejor que algunos ejemplos de afirmaciones muy repetidas por parte de trabajadores, sindicalistas, empresarios, sociedad y opinión publicada.
Por parte de trabajadores cosas como “Los sindicatos solo se preocupan de sus afiliados, por eso yo no me afilio” Para a continuación decir “Los sindicatos no me resuelven el problema”
Por parte de sindicalistas cosas como: “No queda más remedio que aceptar la doble escala salarial para trabajadores de nuevo ingreso, si no queremos que los trabajadores actuales nos tumben el convenio o el Comité. Para a continuación constatar el riesgo que esos jóvenes vean al sindicato como algo ajeno.
Por parte de las empresas afirmaciones como: “Los trabajadores y los sindicatos deberían implicarse más en el futuro de la empresa”, para a continuación decir que la participación de trabajadores y sindicatos en la organización de la empresa es un estorbo. Que eso es facultad exclusiva del empresario
Por parte de la sociedad: “Yo, como trabajadora de sanidad o de educación tengo derecho a hacer huelga”, para días después olvidarse que una huelga en los transportes públicos ocasiona perjuicio a los usuarios. Por supuesto el ejemplo puede ser perfectamente en dirección inversa.
Por parte de la opinión publicada: Los sindicatos deben modernizarse y no atender solo al salario directo, sino ofrecer servicios, para a continuación decir que los sindicatos no deben hacer estas funciones. O en sentido contrario, que si deben realizarlas,exigiendoles además que la atención a los inmigrantes, el asesoramiento jurídico o la formación que deben hacer los sindicatos debe ser universal a todos los trabajadores/as y financiado solo con los recursos de los afiliados.
Si he destacado estas contradicciones frecuentes, de las que nadie estamos exentos, es para poner de manifiesto la complejidad del debate. Y para intentar huir de respuestas fáciles a algunas preguntas clave.
Apunto algunas de mis reflexiones a lo largo de estos años. Sin ninguna pretensión ni sistémica ni omnicomprensiva. Simplemente para intentar que el debate pueda estructurarse

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