Desde las más altas instituciones del Estado, desde las más elevadas
instituciones gubernamentales, desde las administraciones autonómicas, desde
las insulares, desde las locales y como no, para los que pertenecemos a la
comunidad universitaria, desde la propia Universidad. Todos coinciden en hacer
llamamientos a la responsabilidad. Todos comparten una narrativa con una
gran carga emocional acerca de la complicación del momento.
Algunos de ellos la plantean incluso desde una perspectiva más dramática, arengándonos
como si nos encontráramos casi en una situación
de guerra, y fuéramos al frente para librar la gran batalla, de que estamos en una
situación de emergencia y que todos, absolutamente todos, tenemos que cumplir
con nuestras obligaciones, y en nuestro caso concreto, tenemos que cumplir con
nuestra responsabilidad como servidores públicos que somos. Y está muy
bien, muchas de las cosas que se dicen son tan ciertas y evidentes -13.055
personas fallecidas a día de hoy- que incluso parece perseguirse otro objetivo
más allá de lo que para todos parece incuestionable.
Pues bien, nosotros en el ejercicio de nuestra responsabilidad, que
no es otra que la defensa de los derechos de las trabajadoras y los
trabajadores, exigimos a los responsables inmediatamente superiores a
nosotros, que cumplan estrictamente con sus responsabilidades y
garanticen el máximo respeto a los derechos de las personas trabajadoras, bajo
su área de gestión, y a la protección de su salud por encima de cualquier otra
consideración.
Por otro lado, nos lleva a plantearnos si todos estos llamamientos a la responsabilidad
están siendo esgrimidos y enfocados con el mismo objetivo final, o cada cual lo
sitúa en el contexto que le parece más cercano y peculiar. ¿No somos, las
personas en general, responsables al confinarnos en nuestros hogares
acatando las órdenes impuestas por el gobierno de España? ¿No somos responsables
las trabajadoras y los trabajadores de la ULL al acatar las directrices de
aislamiento para salvaguardar nuestra salud, la de nuestras familias, la de
nuestros vecinos, la de nuestra comunidad?
¿No somos responsables las trabajadoras y los trabajadores de la ULL
cuando, cumpliendo las directrices emitidas desde el gobierno y las autoridades
sanitarias para evitar la propagación del virus, solicitamos que se nos dote de
las medidas de
seguridad necesarias para poder desarrollar nuestro trabajo? ¿No somos responsables
cuando, en señal de acatamiento de esas mismas directrices, solicitamos que se
cubran, exclusivamente, aquellos servicios que se estimen esenciales?
La causa principal, por no decir la única, de la situación en la que
estamos y de las condiciones en las que la estamos enfrentando, son las
salvajes políticas neoliberales y los brutales recortes sufridos en los
servicios públicos esenciales (entre los que nos incluimos) y en la flagrante y
descarada precarización de quienes desempeñamos nuestras responsabilidades
en la administración pública, y ni que decir de la clase trabajadora en su
conjunto.
Decía la señora Rectora en un comunicado, a nuestro juicio emitido bastante
tarde, que se había “creado un grupo de trabajo de jefes de servicio
y de sección que ha sido muy proactivo, atento a lo que se le demandaba y
dispuesto a colaborar en todo momento y a toda hora”….y añadía un poco después “trabajando intensamente y con responsabilidad”. A nosotros nos gustaría recordarle, a
quienes tienen la responsabilidad de dirigir la institución
universitaria, que la proactividad la puede desarrollar aquel que tiene
competencias para ello y justamente hasta donde esas competencias le permitan.
Nadie nos va a convencer de que, ni siquiera en una situación como la que
estamos viviendo, atribuirse funciones que no se corresponden con las que
alguien tiene encomendadas sea un mérito, en lugar de una ilegalidad flagrante.
Hacer llamamientos a la responsabilidad, no puede servir como excusa
para imponer a las trabajadoras y los trabajadores la “obligación” de asumir trabajos que no se
corresponden con las funciones que tienen atribuidas y que, por supuesto, jamás
les van a ser reconocidas; aunque siguiendo la corriente emotiva y emocional
instalada en estos días, pero que no oculta de ninguna manera la caótica
situación organizativa de la administración, quizás alguien nos dedique unos
aplausos.
Por cierto, ¿Dónde están
los responsables de la situación en la que han dejado los servicios
públicos, en los distintos territorios del estado español?