jueves, 26 de marzo de 2020

EL CORONAVIRUS, LA AUSENCIA DE EMPATIA, LA DESINFORMACIÓN Y EL ABUSO DE PODER



El pasado día 17, desde las subdirecciones y Jefaturas de Sección de la BULL, se comunicó mediante correo electrónico a todo el personal de la Biblioteca Universitaria,  la relación de tareas que se establecían  para su realización  mediante la modalidad de teletrabajo, así como el listado de las personas que lo desarrollarían  y cuáles le correspondían a cada uno;  desde ese mismo momento  y tras una simple lectura, en Alternativa SOC, entendimos que no eran los subdirectores, ni los jefes de sección de la BULL quienes tenían la competencia para determinar las tareas que debía y debe realizar el personal laboral, cosa que no nos sorprendió, acostumbrados como estamos, a denunciar esta circunstancia recurrente por parte de la BULL. Y nuevamente, como complemento a esta   circunstancia, claramente ilegal, observamos que las funciones que se adjudicaban en ese listado no se ajustaban, en absoluto, a las funciones que se corresponden con la  categoría de oficiales de biblioteca, ni con la capacitación profesional requerida  para su desempeño, cosa que también es bastante recurrente en la BULL.


El día 18 Alternativa SOC presentó  una reclamación ante la  Gerencia denunciando esta situación, manifestándole nuestro convencimiento  de que las funciones que se adjudicaban en ese listado al personal  con categoría de Oficial, eran absolutamente irregulares, añadiendo  además que la adjudicación de teletrabajo,  a este colectivo, no se ajustaba  en absoluto con sus funciones, entendiendo que  las funciones del personal con esa categoría se limitan y están directa,  y casi exclusivamente, relacionadas, por un lado, con la necesaria presencia y la interrelación profesional con los usuarios y, por otro lado, con el espacio físico real en donde estos desempeñan sus tareas, y  que no es otro que el de las distintas bibliotecas de las que dispone la ULL.


Por último,  solicitábamos en esa reclamación que fuera  retirada esa “orden” de teletrabajo en la Biblioteca, al menos en lo concerniente al personal con categoría de Oficial de Biblioteca y, se ajustara y determinara  el  teletrabajo exclusivamente en aquellas áreas, funciones y servicios absolutamente imprescindibles, abriendo la posibilidad de facilitar las duras condiciones a las que se está  viendo sometida la población en general y los miembros de la comunidad universitaria.


Sucesos posteriores y la ausencia de respuesta, por parte de la Gerencia, a las legítimas demandas de nuestros afiliados, y las presentadas como sindicato, motivaron que el día 24, volviéramos a reiterar nuestra reclamación de que la gerencia emitiera resolución donde se eximiera de las tareas de teletrabajo, al menos, al personal oficial de biblioteca, máxime tras la publicación, ese mismo día, de los servicios que seguiría prestando la biblioteca y los que quedaban suspendidos, comprobándose en la misma que todas las ocupaciones que desempeñan las y los oficiales de biblioteca quedan suspendidos. Por lo tanto no existen opciones de teletrabajo para ellos.   


Seguimos a la espera de que la gerencia comunique la resolución a las trabajadoras y trabajadores, no a la biblioteca, en el convencimiento de que nos asiste la razón y de que nadie tiene la obligación de  hacer el trabajo que no le corresponde y que nunca le reconocerán, aunque otros sí que se atribuirán los méritos.


martes, 24 de marzo de 2020

Carta a la Consejera de Educación del Gobierno de Canarias



Llevamos poco más de una semana en periodo de alarma, de confinamiento. Las situaciones de las familias canarias son muy diversas, pero muchas se han ido agravando. Le recuerdo que según el último Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en el Archipiélago elaborado por la Fundación Foessa y publicado por Cáritas (2019) un 29% de la población en 2018 estaba en situación de exclusión social, lo que implica casi tres de cada diez personas, y un 30,8% se encontraba en un estado de integración precaria, el 20,1% de la población canaria no pudo afrontar los costes de la vivienda y el 23% tuvo que reducir los gastos de agua, luz e Internet. Miles de familias numerosas viven hacinadas en pisos pequeños, donde conviven personas adultas, niñ@s, adolescentes, mayores, dependientes…, obligadas a compartir ese espacio las 24 horas del día. Muchas han perdido su empleo, o su negocio, otras se ven obligadas a continuar trabajando, volviendo a casa agotadas y con el miedo de transmitir el virus a su familia, o realizan teletrabajo, tienen hij@s en el exterior, familiares enfermos, o mayores en Residencias… En el mejor de los casos, todas las familias (incluidas las del profesorado) nos hemos tenido que adaptar, de forma rápida y sin previo aviso, a un verdadero cambio en nuestras rutinas, que nos ha generado importantes dosis de inquietud ante una situación excepcional sin precedentes, la situación colectiva de mayor estrés y preocupación que hemos experimentado en muchos años.

¿Se puede usted imaginar el estado de nerviosismo y angustia que viven miles de familias canarias, que van a tener que mantenerse por lo menos 30 días encerradas en una casa en estas circunstancias mientras desde las autoridades de la Consejería de Educación les dicen que mantengan las rutinas, el horario escolar y la situación de normalidad?
En estos momentos no podemos estar al cien por cien en el trabajo, en las tareas del hogar, en el cuidado de nuestros hijos e hijas, en la atención a sus tareas escolares... El ritmo de vida es otro, no podemos pretender hacer lo mismo que antes de la alarma por el coronavirus, pues la situación de estrés laboral, sanitario y social nos lo impide. Impera la anormalidad.

Estos días hemos apreciado lo que es verdaderamente imprescindible, lo que no se puede dejar de hacer y quién lo hace. Nos referimos a los cuidados a menores, mayores, personas con diversidad funcional…, el cuidado de las personas. El teletrabajo, la enseñanza digital, no puede generalizarse, ni puede aplicarse asumiendo que siempre será compatible con el cuidado de las personas. ¿Es la Consejería de Educación consciente de que se trata de trabajar y/o guiar en el estudio en una casa, teniendo que compatibilizar tiempo, esfuerzo y energía, mientras las criaturas u otras personas dependientes juegan, piden comida, demandan atención y cuidados? En esta ocasión está quedando evidente cómo se asume que el sistema productivo puede y debe continuar sobre una base de trabajos de cuidados que está invisibilizada. Parece que existe alguien “invisible” que se encarga de ellos, pero lo cierto es que son las mismas personas a las que se les está pidiendo “normalidad” en las tareas educativas, ya sea como profesorado o como padres/madres, recordándoseles que “no se está de vacaciones”, las que realizan ambas tareas. ¿Será posible sostener este nivel de actividad tres duras semanas más, sin afectar a su fortaleza física y psíquica, aquella que el presidente canario insiste en que hay que mantener? 




Mary C. Bolaños Espinosa. Colectivo Harimaguada


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